palavras aos homens e mulheres da Madrugada

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Shiko e Chico Correa!

Eu sempre achei Olívia Palito uma figura chatérrima e muito, muito feia. Aquele desenho animado me irritava, ofendia meu senso estético. Nunca entendia por que Brutos e Popeye brigavam tanto por causa dela. (A única razão plausível é que eram tão feios e chatos quanto ela.) Bem, depois que conheci o impressionante trabalho do artista plástico paraibano Shiko, até a Olívia Palito se tornou uma gata para mim. Sério.

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Claro, Shiko vai muito além dessa releitura. Há muita coisa bacana na galeria dele, muita mesmo, que faz a visita valer a pena. (Preciso confessar que gostaria muito que caras com talento deste naipe lessem meu ensaio Tlön, Urântia, Borges, Deus…)

Vale lembrar que tomei conhecimento do seu trabalho há uns dois ou três anos, graças a outro excelente artista paraibano, o músico Chico Correa, para quem Shiko fez os desenhos da animação abaixo.

O CD que tenho da Chico Correa & Electronic Band é um dos mais dançantes dos últimos tempos. Você encontra um link para baixá-lo aqui.)

Arte e Poupança

Conheço alguns galeristas que costumam reclamar da baixíssima procura por obras de arte no mercado brasileiro. Porque, dizem eles, embora a oferta de boas obras seja grande, as vendas são ínfimas. Não duvido. (Quem escreve livros sabe disso muito bem.) No entanto, um deles, em vez de observar com maior atenção as causas do fenômeno, prefere chegar àquele remédio equivocado: “o governo deveria financiar os coitados dos artistas”. Ora, ora. Mais um querendo que a doença tome conta da paciente sociedade…

Deixando de lado questões secundárias como as que afirmam que falta ao povo educação estético-artística – porque o único problema que isso acarretaria seria a compra de obras de arte sofríveis (norte-americanos têm dinheiro, educação e são capazes de comprar as besteiras caríssimas do Damien Hirst) – a verdade é que nós não compramos muitas obras de arte pela mesma razão que não compramos sapatos italianos, vinhos franceses ou uma Jacuzzi, isto é, graças à política econômica do governo nas últimas décadas, a qual impede a formação de poupança. No aspecto econômico, estamos presos à Matrix Keynesiana. É ela que não nos deixa poupar dinheiro, é ela que faz o governo gastar mais do que arrecada, aumentando a dívida pública e a consequente extração de nosso sangue financeiro mediante impostos, taxas e inflação. Querer que o governo dê dinheiro a um setor qualquer da sociedade, ainda que aos “coitados” dos artistas, seria apenas exigir que ele retire dos demais ainda mais dinheiro na forma de tributos. E, quando torna-se impossível poupar dinheiro – são tantos os furinhos no nosso saco de moedas -, fica muito difícil gastar com coisas belas, porque primeiro é preciso forrar o estômago e garantir um teto sobre as cabeças das crianças. Estética? Cultiva-se um vaso de flores – van Gogh sabia melhor do que ninguém que, na pobreza, não há nada mais bonito.

Ok, ok. Então o problema é a teoria econômica de Lord Keynes. Mas, afinal, o que isso quer dizer? Bem, como este é um site de cultura, e não de economia, usarei dois vídeo-clipes premiados de rap (sim, rap!) do site Econ Stories. Assista-os, conheça qual é a batalha ora em vigor, e perceba que há uma saída. (São legendados em português. É preciso clicar em “CC” para ver as legendas.)

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Publicado no Digestivo Cultural.

Ananda K. Coomaraswamy: “¿Para Qué Exponer Obras de Arte?”

AnandaCoomaraswamy

¿Para qué es un museo de arte? Como la palabra «conservador» implica, la función primera y más esencial de este museo es cuidar obras de arte antiguas o únicas que ya no están en sus lugares originales o que ya no se usan como se usaban originalmente y que, por consiguiente, están en peligro de destrucción por abandono u otros motivos. Este cuidado de las obras de arte no implica necesariamente su exposición.

Si preguntamos por qué deben exponerse y hacerse accesibles y explicarse al público las obras de arte protegidas, la respuesta será que esto ha de hacerse con un propósito educativo. Pero antes de que procedamos a la consideración de este propósito, antes de preguntar: ¿educación en qué o para qué?, debe hacerse una distinción entre la exposición de obras de artistas vivos y la de obras de arte antiguas, o relativamente antiguas, o exóticas. No hay necesidad de que los museos expongan obras de artistas vivos, que no están en peligro inminente de destrucción; o, al menos, si se exponen tales obras, debe comprenderse claramente que, en realidad, el museo está haciendo publicidad del artista y actuando en beneficio del marchante o intermediario cuyo negocio consiste en encontrar un mercado para el artista; la única diferencia es que, aunque el museo hace el mismo trabajo que el marchante, no obtiene ningún beneficio. Por otra parte, que un artista vivo quiera «colgar» o «exponer» su obra en un museo sólo puede deberse a su necesidad o a su vanidad. Pues las cosas se hacen normalmente para ciertos propósitos y ciertos lugares para los que son apropiadas, y no simplemente «para la exposición»; y porque lo que se hace así por encargo, es decir, por un artista para un cliente, está controlado por ciertas exigencias y se mantiene en orden. Mientras que, como observó recientemente el señor Steinfelds, «el arte que sólo se hace para colgarlo de las paredes de un museo es un tipo de arte que no necesita considerar su relación con su entorno último. El artista puede pintar lo que quiera, y del modo que quiera, y si a los conservadores y administradores les gusta lo suficiente, lo colgarán en la pared con todas las demás curiosidades».

Vamos a considerar el verdadero problema, del ¿por qué exponer?, en lo que se refiere a las obras de arte relativamente antiguas o exóticas que, debido a su fragilidad y a que ya no corresponden a ninguna necesidad nuestra de la que seamos activamente conscientes, se conservan en nuestros museos, de cuyas colecciones forman la parte más importante. Si hemos de exponer estos objetos por razones educativas, y no como meras curiosidades, es evidente que estamos proponiendo hacer tanto uso de ellos como sea posible sin un manejo efectivo. Así pues, será imaginativamente y no efectivamente, como nosotros haremos uso del relicario medieval, o yaceremos en el lecho egipcio, o haremos nuestras ofrendas a alguna deidad antigua. Por consiguiente, los fines educativos para los que puede servir una exposición, no sólo requieren los servicios de un conservador que prepare la exposición, sino también los de un docente que explique las necesidades del patrón original y los métodos del artista original; porque las obras que tenemos delante son lo que son por lo que estos patronos y artistas fueron. Si la exposición ha de ser algo más que una muestra de curiosidades y un espectáculo entretenido, no bastará darse por satisfechos con nuestras reacciones personales ante los objetos; para conocer por qué los objetos son lo que son, debemos conocer a los hombres que los hicieron. No sería «educativo» interpretar esos objetos a la luz de nuestros gustos o disgustos personales, o asumir que estos hombres consideraban el arte tal como lo consideramos nosotros, o que tenían motivos estéticos, o que «se estaban expresando a sí mismos». Debemos estudiar suteoría del arte, en primer lugar para comprender las cosas que hicieron por arte, y, en segundo lugar, para preguntarnos —en el caso de que resulte diferir de la nuestra— si su punto de vista sobre el arte no pudo haber sido un punto de vista más verdadero.

Asumamos que estamos examinando una exposición de objetos griegos, y que invitamos a Platón para que nos haga de docente. Él no sabe nada de nuestra distinción entre bellas artes y artes aplicadas. Para él, la pintura y la agricultura, la música y la carpintería y la alfarería son todas por igual tipos de poesía o de hechura. Y como dice Plotino, siguiendo a Platón, las artes como la música o la carpintería no se basan en la sabiduría humana, sino en el pensamiento de «allí».

Siempre que Platón habla despectivamente de las «bajas artes mecánicas» y de la mera «labor», a la que distingue del «trabajo noble» de hacer cosas, se refiere a los tipos de manufactura que sólo proveen a las necesidades del cuerpo. El tipo de arte que llama sano y que admitirá en su estado ideal, no sólo debe ser útil, sino también fiel a unos modelos rectamente escogidos, y por consiguiente bellos; y este arte, dice, proveerá al mismo tiempo «a las necesidades de las almas y de los cuerpos de susciudadanos». Su «música» corresponde a todo lo que nosotros entendemos por «cultura», y su «gimnasia» a todo lo que entendemos por formación y bienestar físico; insiste en que estos fines culturales y físicos nunca deben perseguirse por separado; el delicado artista y el rudo atleta son igualmente despreciables. Por otra parte, nosotros estamos acostumbrados a considerar la música, y la cultura en general, como inútiles, pero, a pesar de todo, estimables. Olvidamos que, tradicionalmente, la música nunca es algo sólo para el oído, algo sólo para ser escuchado, sino que siempre es el acompañamiento de algún tipo de acción. Nuestras propias concepciones de la cultura son típicamente negativas. Creo que el profesor Dewey está en lo cierto cuando llama a nuestros valores culturales esnobistas. Las lecciones del museo deben aplicarse a nuestra vida.

Rainer Maria Rilke e as “falsas profissões semi-artísticas”

Rainer Maria Rilke

« Paris, dia posterior ao Natal, 1908

« O senhor deve saber, caro senhor Kappus, como estou alegre por ter em mãos esta sua bela carta. As notícias que me dá, reais e explícitas como são desta vez, parecem-me boas, e quanto mais considero o assunto, mais as percebo como sendo boas de fato. Na verdade, pretendia lhe escrever isso para a noite de Natal, mas, em função do trabalho variado ao qual dedico minha vida ininterruptamente neste inverno, a velha festa chegou tão depressa que mal tive tempo para tomar as providências necessárias, muito menos para escrever.

« Entretanto pensei no senhor muitas vezes nesses dias festivos e fiquei imaginando como devia estar em seu forte solitário, entre as montanhas isoladas, sobre as quais se precipitam aqueles grandes ventos do sul, como se quisessem devorá-las.

« Deve ser imenso o silêncio em que tais ruídos e movimentos têm lugar. E quando se pensa que a tudo isso ainda se acrescenta a presença do mar longínquo, ressoando talvez como o tom mais íntimo daquela harmonia pré-histórica, só se pode desejar ao senhor que, cheio de confiança e paciência, deixe trabalhar em sua pessoa a grandiosa solidão que não poderá mais ser riscada de sua vida. Essa solidão permanecerá e atuará, de modo decisivo e sutil, em tudo o que o senhor tem a experimentar e a fazer, como uma influência anônima, como o sangue de antepassados que percorre as nossas veias continuamente, compondo com o nosso próprio sangue o que somos de único e irrepetível a cada nova guinada de nossa vida.

« Sim, alegra-me que o senhor tenha essa existência firme e manifesta, esse título, esse uniforme, esse serviço, tudo de palpável e delimitado que, em tais circunstâncias, com uma guarnição isolada e não muito numerosa, ganha seriedade e necessidade. Acima do caráter brincalhão e da vadiação que fazem parte da profissão militar, tudo isso significa uma aplicação diligente e não só permite, mas justamente educa uma atenção independente. O fato de nos encontrarmos em situações que trabalham em nós, que de tempos em tempos nos põem diante de grandes coisas da natureza, é tudo que se faz necessário.

« Também a arte é apenas um modo de viver, e é possível se preparar para ela sem saber, vivendo de uma maneira ou de outra. Em tudo o que é real há mais proximidade dela do que nas falsas profissões semi-artísticas que, ao simular uma proximidade da arte, na prática negam e atacam a existência de qualquer arte. Por exemplo, todo o jornalismo faz isso, assim como quase toda a crítica e três quartos do que se chama e pretende ser chamado de literatura. Alegra-me, em suma, que o senhor tenha superado o perigo de cair nessa armadilha e se encontre em meio a uma realidade bruta, solitário e corajoso. Espero que o próximo ano o mantenha assim e o fortaleça.

« Sempre seu, Rainer Maria Rilke.»
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Cartas a um jovem poeta, de Rainer Maria Rilke.

Creio que às “falsas profissões semi-artísticas” citadas por Rilke podemos acrescentar toda a publicidade e toda a classe burocrática ligada às artes e à cultura. Mais do que risível, chega a ser assustadora a empáfia com que tais burocratas — porquanto possuem um cargo numa agência, numa secretaria ou no próprio Ministério da Cultura — passam a considerar a si mesmos grandes gênios da humanidade. (O mesmo se dá entre os publicitários e seus associados.) É impressionante o que o poder — mesmo um poderzinho diluído e enganoso — e o dinheiro, juntos, fazem ao ego de uma pessoa: nada lhe parece mais orgiástico do que ostentar um rótulo socialmente lindo, embora estética e culturalmente irrelevante, e, ao mesmo tempo, deter a prerrogativa de impedir ou auxiliar — com benesses que não lhe pertence — os verdadeiros artistas.

Roger Scruton diz por que a beleza importa

Um documentário imperdível do filósofo Roger Scruton, que trata da perda do sentido do belo em nossa época. (Para ativar as legendas, clique no ícone “cc”.)

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Henry Miller fala sobre a verdadeira vitalidade

Henry Miller

« UMA DAS coisas que mais impressionam na América, nesta minha viagem, é que os homens promissores, os homens de alegre sabedoria, os homens que inspiram esperança neste período tão desanimador de nossa história, são ou meninos mal saídos da adolescência ou meninos de setenta anos ou mais.

« Na França, os velhos, principalmente os de origem camponesa, são uma alegria e uma inspiração a se imitar. São como grandes árvores que nenhuma tempestade consegue derrubar; irradiam paz, serenidade e sabedoria. Na América, os velhos são, em geral, uma tristeza, principalmente os bem-sucedidos que prolongam sua existência muito além dos termos naturais por meio de respiração artificial, por assim dizer. São horríveis exemplos vivos da arte do embalsamador, cadáveres semoventes manipulados por um séquito de atendentes muito bem pagos que são uma vergonha para a sua profissão.

« As exceções à regra — e o contraste é abismal — são os artistas, e por artistas quero dizer os criadores, independentemente do seu campo de operação. A maioria deles começou a desenvolver, a revelar sua individualidade depois dos quarenta e cinco anos, idade que a maior parte das empresas industriais deste país fixou como o fim da linha. Deve-se admitir, incidentalmente, claro, que o trabalhador médio, que atuou desde a adolescência como um robô, está pronto para a lixeira nessa idade. E aquilo que é verdadeiro para o robô comum é, em grande parte, verdadeiro para o robô mestre, o chamado capitão da indústria. Só sua riqueza permite que ele alimente e mantenha uma débil e oscilante chama. No que diz respeito à verdadeira vitalidade, depois dos quarenta e cinco anos somos uma nação de destruídos.

« Mas existe uma classe de homens resistentes, antiquados o suficiente para se terem mantido asperamente individuais, abertamente desdenhosos da moda, apaixonadamente dedicados a seu trabalho, imunes ao suborno e à sedução, que trabalham longas horas, muitas vezes sem recompensa ou fama, que são motivados por um impulso comum: a alegria de fazer o que bem entendem. Em algum momento ao longo do trajeto eles se destacaram dos outros. Os homens de que estou falando são identificáveis a um mero olhar: seu rosto registra algo muito mais vital, muito mais eficiente, do que a sede de poder. Eles não procuram dominar, mas realizar-se. Operam a partir de um centro que está em repouso. Evoluem, crescem, alimentam só por serem o que são.

« Essa questão, a relação entre sabedoria e vitalidade, me interessa porque, ao contrário da opinião geral, nunca fui capaz de olhar a América como jovem e vital, mas sim como prematuramente envelhecida, como uma fruta que apodreceu antes de ter a chance de amadurecer. A palavra-chave para descrever o vício nacional é desperdício.
E as pessoas que são esbanjadoras não são sábias nem conseguem se manter jovens e vigorosas. Para transmutar energia a níveis superiores e mais sutis é preciso conservar a energia. O pródigo logo fica esgotado, vítima das próprias forças com as quais brincou tão tola e descuidadamente.

« Até mesmo as máquinas têm de ser manuseadas com perícia para se obter delas o máximo resultado. A menos, como é o caso da América, que sejam produzidas em tais quantidades que possamos jogá-las fora antes que fiquem velhas e inúteis. Mas, quando se trata de jogar fora seres humanos, a história é outra. Seres humanos não podem ser desligados como máquinas. Existe uma curiosa correlação entre fecundidade e lixo. O desejo de procriar parece morrer quando o período de utilidade é fixado na prematura idade de quarenta e cinco anos.

« Poucos são os que conseguem escapar do rolo compressor. Sobreviver apenas, apesar das condições, não confere mérito nenhum. Animais e insetos sobrevivem quando tipos superiores são ameaçados de extinção. Para viver além do declínio, para trabalhar pelo prazer de trabalhar, para envelhecer com graça conservando todas as faculdades, entusiasmos e auto-respeito, é preciso estabelecer valores diferentes daqueles adotados pela massa. É preciso um artista para abrir essa brecha na muralha. Um artista é primordialmente alguém que acredita em si mesmo. Ele não reage aos estímulos normais: não é nem um burro de carga nem um parasita. Vive para se expressar e ao fazê-lo enriquece o mundo.

« O homem em quem estou pensando neste momento, o doutor Marion Souchon, de Nova Orleans, não é nada típico. É, de fato, uma curiosa anomalia e por essa razão muito mais interessante para mim. Hoje um homem de 70 anos, cirurgião famoso e bem-sucedido, começou a pintar seriamente com a idade de 60 anos. E não abandonou a prática médica ao fazê-lo. Cinqüenta anos atrás, quando começou a estudar medicina, seguindo os passos do pai, ele instaurou para si mesmo um regime espartano ao qual se manteve fiel desde então.

« Um regime que, devo dizer, lhe permite fazer o trabalho de três ou quatro homens e continuar cheio de vitalidade e otimismo. É seu costume levantar-se às cinco da manhã, tomar um desjejum leve e ir para a sala de operação, depois para o consultório, onde desenvolve seus deveres de funcionário de uma companhia de seguros, responde à correspondência, atende pacientes, visita hospitais e assim por diante. Na hora do almoço, já realizou o trabalho duro de um dia inteiro. Durante os últimos dez anos tem conseguido encontrar todos os dias um tempinho para dedicar à pintura, para ver a obra de outros pintores, conversar com eles, estudar o seu métier como se fosse um jovem de 2 anos que apenas começou carreira. Ele não sai do consultório para um estúdio — pinta no próprio consultório. No canto de uma salinha forrada de livros e estátuas fica um objeto que parece um instrumento musical coberto. No momento em que se vê sozinho, vai até esse objeto, abre-o, e se põe a trabalhar. Toda a sua parafernália de pintura está contida nessa caixa musical negra de aspecto misterioso.

« Quando a luz enfraquece, ele continua com luz artificial. Às vezes, tem uma hora para passar assim, às vezes quatro ou cinco. É capaz de, sem aviso prévio, sair do cavalete e realizar uma delicada operação cirúrgica. O que não é pouco e, no caso de um artista, um procedimento, no mínimo bastante não-ortodoxo.

« Quando perguntei a ele se não pensava fazer da pintura sua única atividade, sobretudo agora que lhe restavam poucos anos pela frente, ele disse que havia rejeitado a idéia porque "Tenho de ter uma outra ocupação para ser variado o grande prazer de trabalhar sem nunca me cansar." Depois de várias visitas, tive a audácia de reformular a questão. Não me parecia possível que um homem tão apaixonado por sua pintura como ele e que, além disso, estava evidentemente tentando concentrar o trabalho de vinte anos em quatro ou cinco, que um homem assim pudesse não enfrentar algum tipo de problema com essa vida dupla ou múltipla. Se fosse um mau pintor, ou um mau cirurgião. Se fosse um mestre numa coisa e um diletante na outra, eu não teria me dado ao trabalho de continuar com o assunto. Mas ele é, reconhecidamente, um dos grandes cirurgiões do seu tempo e, quanto a sua pintura, não há dúvidas, principalmente na opinião de outros artistas consideráveis, de que se trata de um artista sério cuja obra está se tornando dia a dia mais importante, crescendo a uma velocidade assustadora. Ele acabou me confessando que estava começando a se dar conta de que "essa coisa chamada pintar é algo que agita a alma, mexe com a cabeça, absorve tempo, é absolutamente exigente e monopoliza todo o ser da pessoa e acaba por transcender quaisquer outros interesses." "É", acrescentou reflexivo, "tenho de admitir que isso perturbou o ritmo de minha vida, lançou-me em uma jornada inteiramente nova."

« Era o que eu queria ouvir. Se ele não tivesse admitido isso, eu teria formado uma opinião muito diferente dele. Quanto às razões para continuar com sua outra vida, sinto que não tenho nada a ver com isso.

« "Se tivesse a chance de recomeçar sua vida toda de novo," perguntei, "essa vida seria muito diferente da que conhecemos? Você teria digamos, colocado a arte na frente da medicina?"
"Eu teria feito exatamente a mesma coisa de novo," respondeu sem hesitar nem um momento. "A cirurgia era o meu destino. Meu pai foi um cirurgião notável e um exemplo maravilhoso de sua profissão A cirurgia é ciência e arte combinadas e por essa razão, por ora, satisfaz a minha necessidade de arte."

« Fiquei curioso para saber se a preocupação com a pintura havia aguçado o seu interesse pelos aspectos metafísicos da vida. "Vou responder da seguinte maneira," disse ele. "Uma vez que a vida em todos os seus aspectos humanos foi o trabalho de minha vida, pintar veio a ser apenas uma ampliação dessa esfera. O sucesso que eu possa ter tido como médico, atribuo a meu conhecimento da natureza humana. Tratei a mente das pessoas tanto quanto seus corpos. A pintura, sabe, é muito semelhante à prática da medicina. Embora ambas tratem do físico, a sua maior influência e força é, sem nenhuma dúvida, psíquica. A palavra significa para o paciente a mesma coisa que a linha e a forma para o pintor. É quase incrível como uma mera palavra, um ponto ou uma linha podem moldar e influenciar a vida de um indivíduo. Não é assim?"

« No curso de nossa discussão, fiz uma outra descoberta que confirmou minhas intuições e que foi a seguinte: que desde a infância ele tivera o desejo de pintar e desenhar. Quando tinha seus 21 anos, divertia-se fazendo aquarelas. Depois de um lapso de quase trinta anos, passou a esculpir figuras em barro e madeira. Exemplos dessa última direção estavam espalhados por seu minúsculo escritório, todas de figuras históricas pelas quais havia se fascinado no curso de sua vasta leitura. Era uma outra ilustração de sua paixão e dedicação. Como preparação para um giro pelo mundo ele começara a ler história e biografias. Circunstâncias além do seu controle fizeram com que a viagem fosse abortada, mas os livros nas estantes da parede, que ele leu com ardor e empenho, testemunhavam a paixão com que se atira a tudo.

« Homens assim, pensei comigo, ao sair de seu consultório essa noite, são o que há de mais próximo a sábios e santos no mundo profano. Como esses, eles praticam concentração, meditação e devoção. São absolutamente obsessivos ao se consagrar a uma tarefa; seu trabalho, que é puro e descompromissado, é uma prece, uma oferenda que fazem cada dia ao Criador.

«Só no reino ou no domínio em que operam é que diferem das grandes figuras religiosas.»

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Trecho do livro Pesadelo Refrigerado, de Henry Miller.

Financiando projetos criativos

Quem já entrou com algum projeto numa dessas inúmeras leis de incentivo sabe o quão desestimulante é a burocracia que envolve o processo em todas as suas etapas. Sem falar do viés ideológico – canhoto, destro ou maneta – que costuma permear os critérios daqueles que aprovam ou rejeitam tais projetos. Daí ser uma boa notícia saber que já há, no Brasil, um serviço semelhante ao do Kickstarter, uma plataforma para buscar financiamento colaborativo a projetos que envolvem criatividade: o Catarse. Como funciona? Simples, basta você escrever um projeto para sua peça (ou filme, livro, exposição etc.), definir e expor o que promete dar em troca aos financiadores, gravar um vídeo no qual poderá esmiuçar a coisa toda com mais ênfase, e então publicar tudo isso no Catarse. Logo que o montante atingir o limite mínimo exigido, você receberá o dinheiro para viabilizar seu trabalho. Assim, seu sucesso dependerá tanto da sua capacidade de execução quanto da de divulgação e convencimento. Ou seja, você não dependerá de nenhum burocrata!

Se o cara abaixo tivesse recorrido a um serviço como esse, talvez não tivesse desistido do cinema…

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Publicado originalmente no Digestivo Cultural.

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