Kierkegaard

« Lo confieso con sinceridad: no he podido encontrar, a lo largo de mis experiencias, un solo ejemplar de caballero de la fe digno de confianza, sin que con esta afirmación quiera negar que quizás una de cada dos personas lo sea. Pero se da la circunstancia de que llevo muchos años buscando en vano. Generalmente viajamos por el mundo con el fin de ver ríos y montañas, estrellas de otras latitudes, pájaros variopintos, peces deformes y razas humanas grotescas; nos abandonamos a un estupor animal, que nos deja con la boca abierta ante lo existente, y concluimos por creer que hemos visto algo. Nada de eso me interesa. Pero si yo viniera a saber dónde habita un verdadero caballero de la fe, me pondría en el acto en camino hacia aquel lugar, pues esa es la clase de maravilla que me interesa. Una vez encontrado no lo perdería de vista un solo momento, observando constantemente todos y cada uno de sus movimientos. Me sentiría como quien ha encontrado un sustento en esta existencia y dividiría mi tiempo dedicando una parte de él a observarlo y otra a ejercitarme yo mismo, de modo que todo mi tiempo sería empleado en admirar-lo.»

Temor y Temblor, de Søren Kierkegaard.